El movimiento, para los niños, es necesario para el aprendizaje. Los cuerpos jóvenes son receptores sensoriales afinados que recopilan información, son curiosos y ansiosos por explorar el mundo que los rodea.1 El niño pequeño se encuentra en un período de sensibilidad para adquirir conciencia kinestésica y sensorial, junto con conciencia de sus propios pensamientos y emociones, que a veces pueden ser abrumadores. El aprendizaje a través del movimiento permite a los niños participar en experiencias alegres e intuitivas que conducen a hábitos de escucha productivos. Este compromiso lúdico mantiene a los estudiantes atentos a sus cuerpos y al mismo tiempo permite que conceptos abstractos como la notación rítmica surjan de experiencias naturales.
El placer de moverse y responder a la música es innato, como se observa en los bebés que bailan moviendo el cuerpo al ritmo de la música incluso antes de poder caminar. Existen fuertes conexiones bidireccionales en el cerebro humano entre nuestro córtex auditivo y el centro de control motor.2 El impulso rítmico es la fuerza motriz de toda la música, y los estudiantes que no desarrollan un fuerte sentido del pulso en las primeras etapas de sus estudios musicales pueden carecer más tarde del fraseo melódico, fluidez e impulso; en resumen, no sonarán musicales.
Sin embargo, para muchos profesores, la forma en que trabajamos con el ritmo es más matemática que musical; los alumnos pueden aprender a “contar”, pero no a sentir realmente el impulso rítmico en sus cuerpos. El énfasis no debe ponerse sólo en la lectura rítmica, sino también en escuchar y responder a patrones rítmicos. Aunque cualquier concepto musical puede experimentarse como un movimiento de todo el cuerpo, es ideal para la interiorización del pulso y la experiencia de contrastar tempi, métricas y patrones rítmicos.
El movimiento no es sólo una forma de “descansar” del aprendizaje, sino que es crucial para el desarrollo del cerebro del niño pequeño.
Los Beneficios del Movimiento Consciente
Cuando la práctica rítmica se combina con un movimiento lento e integrado, y especialmente cuando se utiliza en correlación con la respiración, los beneficios se magnifican. El impacto positivo del movimiento consciente en las habilidades cognitivas, físicas y emocionales ha sido bien documentado en la investigación, con beneficios físicos que incluyen la mejora de la coordinación, la conciencia corporal y la estabilidad postural.
El movimiento consciente también potencia la concentración y la atención, aumenta la memoria y mejora el conjunto de habilidades mentales denominadas “habilidades de la función ejecutiva”, que incluyen la capacidad de planificar, organizar y mantenerse centrado en las tareas mientras se resisten a las distracciones. Aumenta la mielinización entre los dos hemisferios cerebrales, lo que permite un procesamiento integrador en todo el cerebro, y alivia el estrés, lo que se traduce en una mejor escucha, comprensión y retención de conceptos.3
Incluso hay beneficios musicales. El movimiento consciente aumenta el procesamiento auditivo y la capacidad de respuesta, y contribuye al desarrollo del sistema vestibular u oído interno, que interviene no sólo en el equilibrio y la orientación espacial, sino también en el procesamiento del lenguaje y la discriminación de sonidos. Con estas ventajas, el movimiento consciente es especialmente beneficioso para los niños con necesidades especiales, como los que padecen TDAH, trastornos de procesamiento sensorial, ansiedad y autismo.4
Progresión del Desarrollo
En un proceso conocido como “progresión del desarrollo”, los niños utilizan primero los músculos más grandes de su cuerpo, como los brazos y las piernas, antes de desarrollar la fuerza y la destreza de las manos. En las clases de música, la motricidad fina se desarrolla tras una base de movimiento grueso de todo el cuerpo, que puede integrarse con conceptos musicales que mejoran la discriminación auditiva. Los alumnos pueden aprender a interiorizar el pulso mediante movimientos como caminar, balancearse, rebotar, saltar, correr, dar patadas, dar golpecitos con los pies y balancear los brazos al ritmo de una pieza musical.
Escuchar y responder a patrones rítmicos a través del movimiento conduce a la capacidad de traducir los símbolos de la página en ritmos auditivos, es decir, ritmos que son escuchados en la mente. La audación interna de los ritmos nos ayuda a crear música con un fuerte sentido del pulso y la fluidez; un alumno que practica la fijación del tempo “contando” un compás que oye en su mente está audiando. La práctica temprana de la dirección aumenta la audición; los alumnos que dirigen tanto en triple como en doble métrica aprenderán por contraste la “sensación” de estos diferentes patrones métricos. Los alumnos pueden utilizar la motricidad gruesa para dirigir utilizando todo el cuerpo mediante una combinación de movimientos en función de la métrica, que pueden incluir el movimiento de los brazos desde el lateral del cuerpo, a lo ancho a los lados, a la posición de oración y por encima de la cabeza (véase en la figura 1 un ejemplo de movimiento en métrica ternaria).
Desarrollar la Fluidez Rítmica
Los alumnos suelen aprender el concepto de pulso, que puede compararse con los latidos del corazón, antes que el concepto de duración, a menudo empezando con negras y pasando después a blancas. Pero el énfasis en el propio pulso, normalmente a través de las palmas, no incorpora el movimiento hacia o desde el pulso, que es lo que marca la diferencia entre una interpretación metronómica y una rítmica y musical. Como un niño saltando a la cuerda, el pulso sería la cuerda golpeando el suelo, pero el movimiento hacia y desde este pulso se produce en un movimiento circular. La sensación de avanzar hacia el siguiente tiempo fuerte da energía a muchas piezas, como en la música de J.S. Bach.
Un concepto fundamental de la eurítmica Dalcroze es que la fluidez musical se produce al sentir tres partes del compás: anacrusa (preparación), crusa (el compás) y metacrusa (seguimiento). Dalcroze también decía que los tiempos tienen tres cualidades: tiempo, espacio y energía.5 El movimiento es una forma ideal de sentir el espacio entre pulsos porque los alumnos pueden experimentar cómo sus cuerpos deben prepararse, rápida o lentamente, para cada pulso. Como sustituto de las palmas, un “flujo de brazos” ilustra el ciclo de un tiempo dentro de un patrón métrico: los alumnos pueden empezar con los brazos a los lados del cuerpo y levantarlos gradualmente por encima de la cabeza y luego hasta la posición de oración en el centro del corazón durante un compás completo (Vídeo 1; visite pianoinspires.com para ver los vídeos asociados a este artículo).
Equilibrar el peso de todo el cuerpo moviéndose en el espacio y transferir el peso de un lado del cuerpo al otro mientras se camina también enseña a los alumnos sobre el flujo de energía. Los alumnos pueden moverse al ritmo de una actuación improvisada del profesor a tempi rápidos, medios y lentos para experimentar cómo la misma cantidad de energía puede utilizarse para pasos más rápidos o para pasos más largos y lentos. Para añadir variedad con el movimiento integrado, los alumnos pueden utilizar de forma similar un “Guerrero Andante”; con los brazos por encima de la cabeza, pondrían un pie delante del otro con la rodilla doblada en la postura de yoga “Guerrero I” para caminar por la sala mientras escuchan la ejecución de un alumno o de un profesor (Vídeo 2; Figura 2).
Los alumnos que se lanzan directamente a leer nuevas piezas en el teclado sin haber oído y cantado la música antes, es más probable que toquen sin musicalidad, con el mismo énfasis en cada pulso en un ritmo correcto pero metronómico, sin un sentido de dirección hacia adelante. En su lugar, los profesores pueden utilizar las tres etapas de preparar, presentar y reforzar para garantizar que los alumnos tengan un modelo auditivo sólido de cómo debe sonar la pieza, quizás incluso antes de verla en la página. Cuando se les presentan piezas nuevas, los alumnos pueden moverse mientras escuchan la demostración del profesor; en la etapa de refuerzo, pueden moverse mientras escuchan la interpretación de un compañero. Cantar una letra bien escrita mientras se mueven ayuda a reforzar aún más la forma y la fluidez de cada frase.
Alineando la Respiración y el Cuerpo
Los cantantes y los instrumentistas de viento y metal utilizan la respiración como un componente natural e intuitivo de las decisiones de fraseo y forma. Lastimosamente, los pianistas podemos hacer música sin tener en cuenta la respiración en absoluto, lo que significa que a menudo perdemos esta oportunidad de sentir la forma de la frase y la estructura rítmica en nuestro cuerpo desde el principio. Toda respiración puede practicarse en correlación con el movimiento consciente y la práctica rítmica; en el flujo de brazos mencionado anteriormente, por ejemplo, en lugar de cantar, los estudiantes pueden inhalar mientras levantan los brazos en dos negras, y exhalar mientras bajan los brazos en una blanca. Cuando respiramos con atención mientras nos movemos, aprendemos a prestar atención a la respiración, lo que nos permite controlarla mejor en situaciones de actuación en las que los niveles de estrés son elevados.
En relación con el movimiento, los alumnos deben normalmente inhalar para elevar y expandir el cuerpo (como al ponerse de pie o extenderse hacia atrás), y exhalar para bajar, cerrar o mantener la extensión axial. Se pueden utilizar específicamente diferentes tipos de respiración para aumentar o disminuir la energía. Las técnicas que provocan la respuesta parasimpática son apropiadas cuando el nivel de energía de la clase es demasiado alto o cuando los alumnos parecen ansiosos o frustrados. Con la “respiración en globo”, los alumnos pueden imaginar que inflan un globo en el vientre en cada inhalación para conseguir una respiración diafragmática y calmada, quizás mientras se dan golpecitos rítmicos en el vientre. La “respiración de conejito”, por otro lado, aumenta la energía; consiste en inhalar tres veces y, a continuación, exhalar de forma constante por la nariz contando hasta tres (Figura 3). Los alumnos pueden practicar esta respiración mientras dirigen o hacen patrones de golpes en una métrica ternaria.
Movimiento Transversal
Los terapeutas ocupacionales se refieren a la actividad de mover una parte del cuerpo hacia el otro lado del cuerpo como movimiento “transversal” o “cruzando la línea media”. La “línea media” es una línea vertical imaginaria que separa las mitades izquierda y derecha del cuerpo. Los niños que tienen dificultades para cruzar esta línea suelen tener dificultades para leer, escribir y sincronizar las habilidades motoras finas y gruesas. El movimiento transversal refuerza las vías de las células nerviosas que unen ambos lados del cerebro a través del corpus callosum.6 Estos ejercicios, que pueden utilizarse como “pausas cerebrales” a mitad de una lección, son especialmente beneficiosos para la integración cerebral y ayudan a desarrollar la coordinación y la concentración.
Los movimientos físicos solidifican la nueva información en las redes nerviosas.
Los alumnos pueden fluir a través de posturas laterales-cruzadas en una respuesta rítmica a una pieza musical dirigiendo, bailando con pañuelos con un movimiento haciendo la figura del 8, o aplaudiendo con compañeros las canciones como “Hot Cross Buns” o “Pat-a-Cake”. Los alumnos pueden moverse al ritmo de una pieza estando de pie o sentados en “postura del aspersor” (Figura 4) y girando de un lado a otro con las manos sobre los hombros. En la “marcha de la cigüeña” (Figura 5), los alumnos golpean con una mano a la vez la rodilla contraria mientras marchan al compás. En lugar de caminar, los alumnos también pueden practicar la “natación”, en la que dan un paso adelante con un pie y “nadan” con el brazo contrario hacia delante al mismo tiempo. Para facilitar el aprendizaje, los alumnos pueden colocar una calcomanía del mismo color en la mano y el pie opuesto. También pueden utilizarse canciones populares conocidas para vincular el movimiento con el canto; por ejemplo, los alumnos podrían colocarse en “pose de estrella” (Figura 6) con las piernas muy separadas y llevar una mano a la vez hacia la tierra en un giro mientras cantan “Estrellita”.
Estabilidad Postural
Algunas habilidades fundamentales que deben estar presentes para el desarrollo de la motricidad fina son la fuerza y la estabilidad del hombro, el codo y la muñeca. En los músicos, la estabilidad del tronco permite una postura más equilibrada, mayor libertad y amplitud de movimiento en las extremidades, más potencia para el control del sonido y menor riesgo de lesiones. Para reforzar la estabilidad postural mientras cantan una conocida canción popular, los alumnos pueden sentarse en la “postura del barco” (figura 7) con los dedos de los pies apoyados en el suelo para mayor estabilidad, y mover los brazos entrelazados de un lado a otro mientras cantan “Merrily We Roll Along” (vídeo 3). La “postura de la rana” (figura 8), una sentadilla baja, también desarrolla la fuerza del tronco y la estabilidad postural.6 Los alumnos pueden practicar el salto de una posición en cuclillas a una posición de pie; este movimiento podría, por ejemplo, utilizarse para ayudar a los alumnos a sentir los “pulsos grandes” (o macro pasos) en el compás de 6/4 (vídeo 4).
El movimiento no es sólo una forma de “descansar” del aprendizaje, sino que es crucial para el desarrollo del cerebro del niño pequeño. Los movimientos físicos solidifican la nueva información en las redes nerviosas. Si aprovechamos la inclinación natural de nuestros alumnos jóvenes a moverse y responder con curiosidad a la música que escuchan, podemos ayudarles a interiorizar su comprensión del pulso, el gesto rítmico y el flujo musical desde el principio de su estudio de la música. Los beneficios a largo plazo de este enfoque incluyen un mayor disfrute del estudio de la música, así como la capacidad de tocar con facilidad, fluidez y musicalidad.
Si aprovechamos la inclinación natural de nuestros alumnos jóvenes a moverse y responder con curiosidad a la música que escuchan, podemos ayudarles a interiorizar su comprensión del pulso, el gesto rítmico y el flujo musical desde el inicio de su estudio de la música.
NOTES
1 Carla Hannaford, Smart Moves: Why Learning is Not All in Your Head, 2nd ed. (Salt Lake City, UT: Great River Books, 2005), 92.
2 Adriana Barton, Wired for Music: A Search for Health and Joy through the Science of Sound (Berkeley, CA: Greystone Books, 2022), 36.
3 Lesley McAllister, Yoga in the Music Studio (New York: Oxford, 2020).
4 Lisa Flynn, Yoga for Children: 200+ Yoga Poses, Breathing Exercises, and Meditations for Healthier, Happier, More Resilient Children (Avon, MA: Adams Media, 2013), 56.
5 Julia Schnebly-Black and Stephen F. Moore, Rhythm: One on One (Van Nuys, CA: Alfred, 2004).
6 Flynn, Yoga for Children, 32.
7 Dee Hansen and Elaine Bernstorf, “Linking Music Learning to Reading Instruction,” Music Educators Journal 88, no. 5 (March 2002): 21–27.
8 Danielle Bersma and Marjoke Visscher, Yoga Games for Children: Fun and Fitness with Postures, Movements and Breath (Alameda, CA: Hunter House Publications, 2003).
LESLEY MCALLISTER, DMA, NCTM, is Professor of Piano Pedagogy and Director of Keyboard Studies at Baylor University in Waco, Texas. An active writer and clinician, she has published two books on musician wellness: The Balanced Musician and Yoga in the Music Studio.
LESLEY MCALLISTER, DMA, NCTM, es catedrática de Pedagogía del Piano y Directora de Estudios de Teclado en la Universidad Baylor de Waco, Texas. Escritora y conferencista activa, ha publicado dos libros sobre el bienestar de los músicos: The Balanced Musician y Yoga in the Music Studio.